Después de eso, caminamos un rato por el parque San James, que tiene una abundante población de aves (cisnes, cuervos, patos, palomas, etc.) y llegamos a Trasfalgar Square, donde dicen que si pasas mucho tiempo viendo la gente pasar eventualmente te encontraras con alguien. Lamentablemente no me dejaron comprobar eso ya que Antonieta se sentía horrible y quería tomar el bus; desde allí caminamos hasta el Big Ben y las casas del Parlamento, el conjunto de edificios es enorme y demasiado precioso, pasaría días si pudiera solo observándolo, tiene tantos detalles que es casi increíble que sigan allí después de tantos años. Por la cercanía, aprovechamos de ver el Palacio y la Abadía de Westminster, que se notan muchos más antiguas y muy bien administradas por los monjecitos.
Encontramos una de las paradas del bus y esperamos para ir al Madame Tussauds, el museo de cera, al que llegamos sorprendentemente rápido (el tráfico de Londres apesta) e inmediatamente entramos. Es increíblemente divertido pasearse por las figuras de cera de famosos y ver las poses ridículas que hace la gente a su alrededor; ah, no crean que no fui la excepción: besé a Taylor Lautner, opaqué a Posh, me tomé una foto de trasero co. Beyonce y me arrodillé junto al hombre araña, pero fue bastante divertido de hacer. También había gente súper divertida, como un judío que sacó su estrella de David y le hizo señas obscenas a Hitler, una fan fingiendo un grito con One direction, chicos tomándose fotos con Cristiano Ronaldo imitando su pose antes de tomar un tiro libre... Déjenme decirles algo: NO HAY MUÑECO DE CERA DE MESSI! Ja!
En el museo también te dan un paseo en trencito y te proyectan una muy buena película 4D de superhéroes, la cual disfrute al lado de unos niños y duuuuuuude, lo mejor que puedes hacer es estar entre niños, su capacidad de impresionabilidad es inagotable y simplemente te hace más feliz, cada vez que ellos saltaban con la sorpresa yo sonreía. Oh, the old good times. Al salir de allí moríamos de hambre y como Anto al fin tenía apetito decidimos aprovechar; pero como no se sentía bien decidimos comer cerca del hotel (mi humor se empezó a alterar, pues eso significaría que no iríamos a Greenwich, como teníamos planeado) y tuvimos que esperar 30 minutos por un bus porque Anto no quería caminar y mi papá estaba irritado porque estábamos "cerca" y luego empezó a llover y el tráfico nos atrapó y fue un recorrido demasiado eterno para algo tan tonto.
Llegamos temprano al hotel, pero solo dejaríamos a mi hermana y mi mamá... O al menos eso pensaba. Resulta que nadie saldría. No quiero hablar al respecto, pero estaba de un humor terrible por desperdiciar mi última noche en una ciudad que me había gustado tanto.
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