12 nov 2017

Curiosidad.

Búscame en el sonido que hacen los aviones al atravesar el cielo.
Escúchame en el camino de una hoja otoñal desde su rama hasta el suelo.
Espérame en la parada a donde llega mi bus retrasado.
Ríete de mí cuando llevo mis audífonos y voy cantando [[creyendo que nadie me oye]].
Mi paraguas rojo te sorprenderá en un mar de sombrillas negras.
Y mis comentarios contínuos te harán voltear desde la fila de abajo en el cine para mandarme a callar.

Quién sabe cuánto tiempo estaremos así, viviendo vidas paralelas que parecieran rozarse en coincidencias, pero sin jamás tocarse.

Probablemente te pida un encendedor en un bar deportivo para encender la vela del pastel de cumpleaños de mi amiga.
Admiraré desde el final del vagón lo despeinado de tu cabello.
Me burlaré de tu forma de bailar con canciones que no has escuchado nunca.
Escucharé tu voz delante de mí en una tienda y resonará en mis oídos mucho después que te hayas ido.
Espiaré tu sonrisa a lo lejos.
Y por el libro que lees, sé que me caerás bien.

 Quién sabe cuánto tiempo estaremos así, caminando sobre los pasos del otro sin nunca encontrárselo, oyendo chistes que salieron de tus labios y, por conocidos, han rebotado hasta mis oídos, buscando las mismas estrellas en el cielo.

Quizás un día me anime y te sonría a lo lejos o tú decidas iniciar una conversación sobre el mal clima y nos demos cuenta que éramos todo lo que necesitábamos y nunca buscamos... O que era mejor jamás hablarnos y quedarnos con la imagen mental que habíamos hecho sobre el otro.

De igual manera, atrévete.

Valdrá la pena.

Al final, la curiosidad mató al gato porque era peor no saber.