17 ago 2011

Anoche

Anoche quise escribirte, pero ya era tarde. Pasaba de la medianoche y yo me debatía si debía mandarte un mensaje o no, me reí por todas las noches en las que no lo pensé y simplemente te escribí. Pero las cosas cambiaron.


¿Cambiaron, verdad?


Al final me dije que te escribiera, que no habría problema porque ya sabes como soy, pero pensé -incluso con el mensaje escrito- que ya no tenía ese derecho, que ya no podía escribirte a mitad de la noche solo para decirte que te quiero, que ya no era dueña de tus sueños para irrumpir en ellos, que no debia quitarte horas de descanso solo por un antojo de mi corazón.


¡Pero ve como son las cosas! Este malvado corazón caprichoso que no deja de jugar, aun sabiendo que tu estas adentro se ha puesto a apostar con mi maldito cerebro a ver quien me hace sufrir más. Entre los dos me marean y me hacen llorar, si uno pierde una batalla el otro no termina de festejar, pues la guerra nunca ha de terminar.


Anoche quise escribirte, dibujarte una sonrisa en los labios y -quizás- alegrar tu día, pero el juzgado, protagonizado por la razon, me ha negado dicho permiso. Me dice que como después de haberme alejado -porque siempre soy yo- pretendo hacer semejante acto tan confuso. Sin embargo, le he comentado que para mi no es difuso que yo se que te quiero, aunque no debo, y que por más que las cosas ya no sean igual, el que no seas un pegoste hace que me gustes más. Entre el juzgado que es la razón y la juez que es mi conciencia me han condenado a una vida eterna sin tu presencia. Luego lo han pensado mejor y me han dejado acercarme, que vea como de otra haz de enamorarte.


Anoche quise escribirte, por mi naturaleza espontánea y lo mucho que me gusta irrumpir en vidas ajenas, pero no lo hice porque fui yo la que decidí marcharme y no tengo derecho a confundirte. No más.


Anoche quise escribirte, pero simplemente, no lo hice.



3 ago 2011

Perdido*

Cuando pierdes tiempo al teléfono, cuando los minutos
pasan sin que te des cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas
que si alguien te escuchara creería que estás loco, cuando ninguno de los dos tiene ganas de
colgar, cuando después de que ella ha colgado compruebas que lo haya hecho de verdad,
entonces estás perdido. O mejor dicho, estás enamorado, lo que, en realidad, es un poco lo
mismo...

Esto es para que vean que no me olvido de ustedes, solo que últimamente he estado corta de inspiración y va contra mis reglas publicar algo que no crea que esté bien hecho :) Ese es un fragmento de la novela que leo ahorita; se llama Tengo ganas de ti de Federico Moccia  :)