Bueno, nos encontramos de nuevo (ya era hora de otra bitácora) esta vez con otro dulce destino: París. Y esta vez con mejor acompañada: ambos padres y mi hermana.
Si bien cuando les comenté que me iba a Italia les dije que la emoción era indescriptible e insuperable, creo que esta se le acerca. Mucho. Aunque quizás solo sea el hecho de que estaré de nuevo en un avión por nueve horas y vaya a un continente precioso a ver cosas más preciosas aún y a vivir memorias que siempre se quedarán conmigo. Debe ser por eso. Esta vez no hice nada especial, es más bien un viaje familiar que se dio y estando en el aeropuerto todavía me parece que es un sueño, otro hermoso sueño hecho realidad.
En un par de horas sale el vuelo y casi no puedo esperar para contarles todo lo que me espera en los próximos días.
Nos leemos.
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