6 feb 2017

Nunca te vas del todo.

Me pregunto si alguna vez dejaremos de amar a las personas que en determinado momento de nuestra vida nos hicieron sentir de esa manera. Me pregunto, si aun después que se hayan ido, de que hayas conseguido paz con su partida y que realmente tengas el asunto superado, podrás ser capaz de no amarlos.

Me parece tan lógico como ilógico dejar de hacerlo.

Es algo en lo que he estado pensando, sobre como todo con lo que interactúamos tiene un impacto en nosotros y si eso es para las simples cosas que se cruzan en nuestra vida ¿Cuán grande es el efecto de esas personas que no solo aparecieron, sino que formaron parte de nosotros por tanto tiempo que te sientes un poco perdido cuando dejas de estar sin ellos?

Ni siquiera es cuestión de perder el sentido de ti por estar con alguien más, sino más bien la persona en la que te conviertes con los aportes de los seres significantes en tu vida. Son personas que te hacen replantearte tu realidad y tus sueños, que te muestran cosas que no conocías, que te hacen pensar y esforzarte más, te invitan y te hacen participe de su mundo. Los conoces un día y simplemente están ahí, pero con el tiempo, las conversaciones y los momentos, llegas a un punto en que no recuerdas cómo era la vida sin ellos. Y tampoco te importa, estás feliz tal como estás, con el mundo de cabeza, descubriendo partes de ti que no sabías que estaban ahí y enorgulleciéndote de las que trajeron a una persona tan genial a tu lado.

Pero entonces ocurre algo, algo impensable o que no habías considerado porque era demasiado absurdo, algo que no necesariamente es malo para ninguno de los dos, pero que igual trae su separación.

Y sufres. Porque la ruptura de un hábito siempre trae sufrimiento y si estamos hablando de personas es incluso más difícil, de repente no tienes con quién compartir los momentos más nulos de tu día, que comiste en el almuerzo o si viste una nube con forma de la estrella de la muerte; si estás feliz porque al fin quitaron una película del cine o si estás molesta porque se te olvidó comprar algo que era la única razón por la que saliste. O bueno, quizás si tengas con quién hacerlo, pero no es con quién quieres.

De alguna manera el tiempo consigue pasar; te das cuenta que no, realmente no te vas a morir sin ese pedacito de tu vida que ya no está, consigues nuevas personas, vives otras aventuras y sin siquiera pensarlo regresas a tu cotidianidad con todas las cosas que aprendiste de alguien, sin ese alguien. Incluso puede que ni te duela recordar que eso que tanto te gusta ahora es porque alguien te lo mostró un día y con el tiempo llegaste a amarlo.

La vida es buena, si algo siempre hace es seguir adelante sin importarle nada de lo que nos importa a nosotros y evolucionamos, maduramos y nos transformamos. Hasta que un día algo nos cruza la mente: un olor, una foto, una frase, un matiz en el color del cielo que casi nunca es perceptible y entonces recordamos.

Recordamos que hace una eternidad [[recordemos que hay eternidades que duran incluso un segundo]] hubo una persona en nuestra vida que amamos con el alma incluso cuando no éramos conscientes que era así, alguien que disfrutamos tanto que el concepto de fin era detestable, alguien ¿Sabes? Pero hoy no tienes idea de nada de su vida o lo que sabes solo se compara con nada con lo que antes sabías. Así que la nostalgia hace de las suyas y te lleva a preguntarte dónde están, qué estarán haciendo y si todavía recuerdan sus bromas internas y las gafedades que solo ustedes sabían entre sí [[te preguntas si aun te recuerda]], te preguntas que hubiese pasado si las cosas fueran sido diferentes, qué podrías haber hecho diferente...

Al final te sacudes la sensación y continuas con lo que estabas haciendo, tu nueva vida [[Y es que no puede haber una mejor definición que nuevo cuando una persona que rompió todos tus paradigmas y te ayudó a construirte se va]]. Eres feliz, a tu nueva manera de serlo y, en ese momento de nostalgia y recuerdos, esperas que ellos también lo sean.

Me pregunto si alguna vez dejaremos de amar a las personas que en determinado momento de nuestra vida nos hicieron sentir de esa manera. Me pregunto si solamente cambia el cómo los queremos, porque dejar de quererlos del todo me parece absurdo. Pienso que una parte de nosotros siempre los querrá por lo que aportaron a nuestra vida, por los momentos compartidos, por las promesas, risas, lágrimas... Sobre todo porque uno en retrospectiva suele recordar únicamente lo bueno.

Me parece tan lógico como ilógico dejar de hacerlo. Lógico porque ya no están [[aunque hay veces que quisieras que estuvieran]] e ilógico porque siempre van a formar parte ti.