5.30 am y todos despiertos. Casi es una tortura. Gracias a Dios había dejado la maleta lista anoche o jamás lo hubiese logrado (de hecho, no encuentro mi cargador) pero logramos todos salir a tiempo para caminar hasta la estación de trenes bajo un cielo todavía oscuro y un viento helado otoñal, como llevábamos las maletas nos hemos tardado más de lo usual, pero esta vez no hemos perdido el tren o el bus ni nada. De hecho, nuestro tren tenía un retraso de quince minutos y todo iba de maravilla. Nos montamos en el tren, un precioso freccia bianca que andaba como la seda hasta que se frenó y mi primo nos comunicó que alguien se había lanzado a las vías del tren y que tendríamos que esperar ¡Una hora! Se suponía que habíamos salido en el tren más tempranero en dirección q Roma para poder aprovechar el día libre de Pa, íbamos a llega a las 9am, pero gracias al inconveniente nuestro rápido viaje de dos horas y media terminó siendo de seis horas. Todos durmieron en el tren, yo ahogaba mi rabia en Nutella.
Al llegar a Roma estaba nublado y lloviendo, por suerte el hotel quedaba cerca de la estación (aunque tan cerca que no lo encontrábamos y literalmente estaba tras nosotros. La sra que nos atendió era insoportable y hubo un momento donde quise golpearla en la cara e irme sin hacer el check-in, pero como todos somos grandes y civilizados terminé con la reserva y nos quedamos en el gran apartamento. Dejamos las maletas y nos fuimos al primer restaurante en el que comí con mi papá y mi tío la primera vez que vinimos. De nuevo estaba excelente. Luego comenzamos a caminar por la ciudad eterna, la primera vez que vine me enamoré de esta ciudad, hoy está gris, sucia, se ve el monóxido sobre las calles y la gente está más insoportable. No mi piace.
Pasamos por el monumento a Enmanuel, caminamos hasta el Coliseo y allá nos quedamos un rato, vimos el arco de Constantino, el foro romano y salió el y tomamos mejores fotos. Luego nos encaminamos a la plaza Navona (al otro lado de la ciudad) mientras llegábamos pasamos por la Fontana di Trevi que está en reconstrucción (¡no vengan a Roma hasta el 2016!) y fue un fiasco total, casi ni se veía la estructura y obviamente no había agua ni majestuosidad ni nada. Seguimos caminando y mi mamá quería unas castañas y el sr era insoportable y decía que no escuchaba y ugh. Pasamos por el Panteón, hermoso y enorme, como siempre y la plaza que tiene en frente estaba full y el atardecer caía por las calles y ruleó mucho. Seguimos nuestra travesía hasta que mil años después logramos llegar. Parece que hay racionamiento de agua en la ciudad. La plaza es preciosa, de mis eternas favoritas, es amplia, las fuentes son preciosas y hay espacio para todo. Allí nos comimos unos helados muy caros y muy malos (no encontré la heladería que me gustaba) y nos sentamos un rato. Luego nos metimos a un bar para comer una pizza y el mesonero también era gruñón (¿qué pasa con esta gente?) y nos hartamos así que a penas terminamos de comer nos fuimos.
Pasamos por el área sacra (yo la quería ver de noche) y también me pareció una estafa, nada mayor a ruinas en el medio de la ciudad. Regresamos caminando y yo iba cantando como radio loco, feliz por estar aquí de nuevo e ignorando lo cansados que se sentían mis compañeros.
Al llegar al hotel todos caímos muertos, no sin antes hablar infinitas cosas mi hermana, primo y su novia. La cual hace imitaciones de mi familia a la perfección.
PD: estaba de un pésimo humor xq moría de hambre.
PD2: hay demasiados alemanes y españoles turisteando.
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