04/06/2016
Hoy ha sido un día dulce-agri
(conste que yo sé que es agridulce, pero ese no fue el orden en que ocurrieron
las cosas), me desperté después de soñar que perdía la voz, lo cual es bastante
cónsono porque tenía programada mi entrevista de idioma (recordemos los pasos
para ser Au Pair: documentos, entrevista de idioma, selección de familia).
Claro que lo primero que hice fue hablar frente al espejo y verificar que mis
cuerdas vocales estuvieran en el mismo lugar donde las dejé anoche e igual de funcionales; luego me
encargué de desayunar y deambular por la casa hecha un manojo de nervios
mientras intentaba repasar los ménagères
(tareas de la casa) y revisaba que recordara mi contraseña de Skype.
Y claro, abrí la aplicación de
llamadas una hora antes de lo acordado. Y observé como una acosadora que mi
asesora ya estaba allí.
Pero como nadie quiere parecer
una loca nerviosa y llegar muy temprano también cuenta como ser impuntual,
sobreviví la hora viendo Friends (observando
la computadora cada cinco segundos para ver que mi asesora estuviese allí)
Hasta que diez minutos antes no me aguanté y le escribí en español, pero ella
me contestó en francés y bueno, si hubiese sido una indirecta más grande me
saca un ojo.
Después de una hora de sonrisas
nerviosas, unos cuantos Vous-pouvez répéter
ça? - ¿Puede repetir eso? – estructurar en mi mente oraciones que sí supiese cómo decir y rezar porque la
conexión de internet no hiciera una de las suyas, mi asesora dice que
podemos hablar en español: me felicita por mi francés, me dice las cosas en que
me equivoqué/debo corregir y me dice que he aprobado y que tengo en mi correo
el certificado de la segunda fácil, que a partir del lunes un par de agencias
francesas manejarán mi perfil y que esté atenta a mi correo por cualquier
solicitud.
Obviamente salí corriendo a
proclamarle al mundo que puedo unir dos palabras en francés para hacer una
frase que se entienda. Abrazo a mi madre, mi tía que estaba en casa me dice
que ella no sabía por qué yo estaba nerviosa, si ella tenía plena fe en mí para
superar con creces ese obstáculo (claro que mi tía no se imagina lo difícil que
es conjugar verbos en francés y ordenar las frases según la estructura que
corresponda) y les cuento todo detalladamente con mi hermana y padre presente. Así
como les digo a mis pejes y le insisto a Rosa, mi super profe de francés, que haga acto de presencia, aunque ella también estaba convencida que lo haría
bien.
También hago mi respectiva proclama
por los grupos de Whatsapp que tengo
con el resto de mi familia, a lo que llega este mensaje de un primo que vive en
España desde hace dos años:
Y pues nada. Un nudo en el
estómago del tamaño del Salto Ángel. Se me borra la sonrisa mientras intento
pensar en qué responder y espanto la sustancia líquida que intenta salir de mis
ojos. Cuando me he calmado salgo para ya-ni-recuerdo-qué y veo a mi tía y a mi
madre secándose las lágrimas de lo que pareció una buena llorantina.
Y ya no sonreí más el resto del
día (de hecho, tenía el llanto fácil y tenía que cambiar mi tren de pensamiento
cada tres por dos). Porque yey-que-felicidad-tener-un-paso-afuera, pero como
duele recordar que es un-paso-afuera-de-todos-los-que-amas.
Porque esta es la peor montaña rusa emocional que me ha tocado vivir.
Y que si bien una es la que se
va, también sufren los que se quedan.
Cancion: Je vole - Michel Sardou (interpretado por Louane)
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