14 sept 2016

Me fui - Lo que pierdo.

05/06/2016

Ayer me hice la valiente, porque eso de llorar por algo que se quiere pero por lo que se sufre es un tanto complicado de explicar sin que la que es psicóloga parezca estar en total pérdida de sus capacidades. 

Porque para todos los que crean que esto se me ha hecho fácil ya que es algo que he querido desde hace mucho tiempo, para lo que me he preparado y que he planificado; pues no lo es. En lo más mínimo.

Vengo de una familia que se reúne para todo: bautizos, comuniones, cumpleaños, cuando alguien pierde un diente… Me he criado con mis abuelos, tíos y primos a la vuelta de la esquina, con máximo hora y media de distancia si se me antoja ver a cualquiera de ellos; para que dentro de tres meses no tenga más esa oportunidad. Por un año como mínimo. Porque estoy clarísima en qué es lo que voy a perder cuando me vaya:

No más abrazos fuertes de mis padres los domingos cuando me despidan para ir a Caracas.
No más chistes malos de mi hermana y mi padre.
No más gritos de mi madre para decirme que le baje a la música.
No más comidas riquisisisisisisimas y sin ningún motivo especial preparadas por mi padre, solo porque es X día.
No más apuchurros a mi mami.
No más peleas con mi hermana porque dejó el baño desordenado, o se midió la mitad de mi closet y lo dejó sobre mi cama. No más arroparla, despejarle la cama, prenderle el aire, darle los retenedores y besarla de buenas noches.
No más cerrar la casa y amarrar a la perra mientras todos duermen y tener una sensación de plenitud en el pecho porque en ese momento todos estamos seguros.
No más empanadas de mi tía.
No más domingos donde mi abuela para ver a mis primitas y jugar al escondite con ellas para que me griten dónde están si les pregunto.
No más conversaciones adolescentosas con mis primas. Ni conversaciones de fútbol y la superioridad del Real Madrid sobre el Barcelona con mis primos.
No más escuchar a mi abuelo diciendo que me cuide los dientes y que vea bien la familia del hombre con el que me voy a casar.
Ni que mi abuela me compre los cambures manzanos que tanto me gustan. Ni que pueda abrazarla e intentar besarla en el cuello porque eso le hace cosquillas.
No más parrillas en familia que duran todo el fin de semana y luego recoger con mi mamá.
No más conversaciones existenciales con mi hermana justo antes de dormir y que espantan el sueño.
No más despertarme tarde un sábado con las risas de mis tías en la cocina, donde seguro estarán desayunando arepas con caraotas y queso.
No más escapadas a cafés con mis amigas. Ni más ir a los chinos con mis amigos.
Ni viajes espontáneos a la playa. O a la Colonia Tovar. Ni que me digan que esté lista en diez minutos que ya van a buscarme.
No más cantar a la par con mi hermana mientras alguna friega los platos o salimos juntas de la residencia o solo porque sí. Ni buscar las letras de canciones nuevas y cantarlas sin saberlas.
No más notar los pequeños cambios en mis primitos, ni verlos crecer, ni estar ahí para ellos.
No más molestarme porque mi hermana se salga con la suya y yo termine haciendo todo lo que diga mi mamá porque si yo no lo hago lo hará ella.
No más arrastrarme hasta la cama de mi papá mientras ve la Formula 1 para escucharla.
Ni acompañar a misa a mi mamá.
No más acompañar a mi tía y hablar con ella mientras vamos a Caracas.
Ni decirle de nuevos avances de la tecnología en medicina a mi prima. Ni intentar enseñar a leer a la más pequeña.
No más estar ahí y no perderme un montón de cosas.
No más irme a dormir a mi cama, con la almohada que yo nombré, esa que representa todas las veces que mi hermana se quedó dormida sobre ella o las veces que mi mamá se instaló en mi cuarto, y que me acompañó a tantos lugares. Porque dejo la casa donde siempre seré una niña.

Y las niñas grandes no pueden llevar almohadas consigo.

Porque hoy me vale mierda el Skype y todos los avances tecnológicos con los que tendré que conformarme en tres meses.

Porque dejo toda una vida y eso duele, joder.

Canción: Butterfly fly away - Miley Cyrus.


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