01/06/2016
Acabo de terminar un libro depresivo y, como no, ¿Qué otro
remedio que escribir? El libro en cuestión se llama Me before you o Yo antes de ti de Jojo Moyes, la película ya se debe haber estrenado o si quieren el
libro en digital me dicen y se los mando por correo electrónico. Para darles un
poco de contexto – aunque ya he puesto la reseña en el link de arriba – trata
sobre un hombre de 35 años que tiene todo lo que puede querer… Hasta que un
accidente lo deja cuadripléjico; y una chica de 27 años conforme con su vida en
una pequeña ciudad. * SPOILER ALERT* Sus caminos se cruzan y la chica se entera
que el chico planea poner fin a su vida en seis meses, en los cuales ella hace
lo posible para que él cambie de opinión. A pesar de toda la trama no-romántica
y de sufrimiento-depresivo me parece genial la evolución de los personajes.
Pero no vine a hablar de eso. Cierto.
Siempre he sido una persona muy organizada, si le preguntas
a mis amigos incluso te podrían decir que soy una nazi maniática del control, suelo
encargarme desde dividir las cuentas cuando comemos todos fuera – ¿He
mencionado alguna vez que soy buena para las matemáticas? – hasta desarrollar
planes muy estructurados, calendarios con códigos de color e infinidades de
listas. También soy impresionantemente activa y me gusta hacer mil cosas a la
vez, encargarme de todo y hacer que el tiempo rinda. Una vez en la Universidad
me preguntaron si tenía un giratiempo
porque tenía clases de nueve a nueve, estaba de becaria, tenía actividades extras y veía clases de francés.
Pero siempre he dicho que si te sabes organizar puedes hacerlo todo.
Pero ese tampoco es el tema en concreto Efecto random post-libro
La verdad es que tenía mi vida planeada hasta el día que
saliera de la gloriosa Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela con mi
diploma; incluso en el último año de la carrera, cuando me preguntaban que iba
a hacer después, contaba entre risas que hasta ahí llegaba mi plan. Conforme inicié
el último semestre caí en cuenta que eso en
realidad estaba pasando, que me quedaban menos de siete meses para recibir
mi título y que no tenía ni idea de qué iba a hacer a continuación.
Por más que uno quiera el tiempo no se detiene a esperarte
ni un segundo.
No recuerdo un día que no haya querido irme de Venezuela,
tengo tanto tiempo sin hacerlo que es como si siempre hubiese sido así y sabía
que quería hacerlo con un título debajo del brazo, para tener más bases
cubiertas, así que el post tampoco es sobre alguna duda de irme.
Es sobre dos cosas: inactividad y lo que voy a hacer. Y la
mayoría de las cosas que voy a explicar tienen un estúpido contenido social que
nos marca y aun yo, que sé claramente y soy capaz de reconocerlo, no puedo
escapar de ello. Lo cual me molesta, por supuesto; pero nada se puede hacer.
Comencemos por la inactividad y lo que se relaciona con el
libro, pues es que desde septiembre – ya no tenía clases – no siento que haya
hecho nada de relevancia. Bueno, no en comparación con antes (básicamente he
andado entre empleos, papeleo, francés e intentando atesorar tantos momentos
con familia y amigos como puedo). Siempre me lo planteé como un “descanso” de
la vida ajetreada que llevaba, a lo que mi miniyo respondía PERO NOSOTRAS AMAMOS ESA VIDA y yo la
ignoraba. Este año he tenido demasiado tiempo para mí, lo cual ha sido genial
por un lado porque he llegado a pensar en miles de cosas que por siempre estar
ocupada no se me habrían ocurrido, he establecido unos estándares sobre las
cosas que quiero y las que no quiero en mi vida; pero también ha sido un tiempo
donde me he sentido como la peor vaga del mundo, parásito (a pesar que trabajo,
eso no alcanza ni para dar un bolívar a mi casa), con sueño eterno (las siestas
están de vuelta) y el rollito en la panza que hace un año aparecía y
desaparecía se ha quedado y ha aumentado su tamaño. Considerablemente.
Quizás fue por leer un libro sobre un cuadripléjico o sobre
una chica que no hacía nada más que estar en casa y trabajar, pero que terrible
me he sentido, tanto tiempo mal invertido o no aprovechado al máximo como
debería… Pero no sería yo si no fuera una dualidad andante que a la vez está en
paz con eso, ya acepté que puse un STOP
innecesario en mi vida y que no se puede llorar sobre leche derramada, solo
espero haber aprendido lo suficiente de ello y que no ocurra de nuevo esta
parte también dice que obviamente no fue tiempo mal invertido y que no hice
nada, solo que no hice todo lo que podría haber hecho.
Lo que me lleva a lo que voy a hacer, por un año nada más y nada menos. ¿Irme a cuidar niños cuando tengo una profesión?
Pues bueno, siempre me digo que por algo se debe comenzar,
que es un empleo/casa/comida seguro, que me servirá para estudiar el idioma y ver
si el país como tal me gusta ¿A caso no podía encontrar un trabajo acorde a la
psicología? Quizás, aunque uno tiene que sentar bases y una experiencia en el país
me puede abrir más puertas que si no la tuviera (? Al menos eso espero.
Y queda la parte social. Claro que la cara de algunos amigos
cuando les dije lo que iba a hacer fue de alarma total ¿Es que no planeas ejercer? ¿Sin experiencia en tu propio país? ¿Estás
segura que justo después de graduada quieres hacer eso? Y un sinfín que
suponía me haría pensar; pero yo estaba bien clara que quería salir y esa era
la opción más lógica para mí. No fue hasta meses después que me di cuenta que
si me había afectado la parte de las expectativas sociales que tenían sobre mí.
Como cuando trabajé con una empresa del gobierno y la gente me miraba raro
porque no sabían cómo había terminado ahí. O cuando estaba trabajando medio
tiempo y al comentarlo la gente seguía esperando que siguiera diciendo que
cosas estaba haciendo, al principio agregaba rápidamente que estaba estudiando
francés por las tardes (aunque no todas, pero no aclaraba eso) porque sentía la
presión de tener que estar haciendo algo más, como si lo otro no fuera suficiente, como
si tuviese que justificar que estoy haciendo algo.
Y pues obvio que no. Para nada. Pero la presión es una cosa
impresionante.
El punto es que me he dado mil veces la charla frente al
espejo donde me digo que todo trabajo con el que te sientas cómoda, feliz, te
alcance para las cuentas y que deje tu dignidad intacta es un buen trabajo
(como mi trabajo a medio tiempo, que me hacía increíblemente feliz) y la verdad
es que me encanta porque me conforta muchísimo hasta que tengo que repetirla
por alguna situación y termino quejándome de la tonta sociedad.
En fin.
Esto ha sido un montón de ideas aleatorias post-libro que me han dejado la cabeza
loca. Los dejo con una frase que me animó después de deprimirme a
horrores durante 200 páginas
“Te vas a sentir incómoda en tu nuevo mundo durante un
tiempo. Siempre es extraño vernos fuera del lugar donde estábamos cómodos. Pero
espero que también te sientas un poco dichosa (…) Hay anhelo en ti. Audacia (…)
Te estoy pidiendo que vivas con osadía. Que seas exigente contigo misma. Que no
te conformes.“ William Traynor, Yo antes de ti (Jojo Moyes)
A sí que si me disculpan, voy a hacerle caso a un personaje
ficticio :)
PD: Todo esto fue producto de la ansiedad ¡Que bien se me
dio escribirlo y soltar!
PD2: Siempre se va a temer a lo que se desconoce, por eso:
salta. Y si tienes miedo, salta igual (No recuerdo dónde lo leí o si es un
proverbio Chino/Japonés/Danés)
La canción del post: I hope you dance - Lee Ann Womack
La canción del post: I hope you dance - Lee Ann Womack
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