No eres el agua
Eres la sed
Fuiste mi llanto
Ya no tanto
Sueles salir por la puerta de atrás
Sino recibes más de lo que das
Eres mi mal, eres mi herida
Mi dulce recaída
Escucho sonar esa canción en la radio y sacudo mi cabeza, aun en la oscuridad de mi patio de atrás, viendo la luna brillando como un sol por encima del mar no puedo dejar de pensar en nuestro encuentro matutino.
Nuestro.
Que fácil fue volver a incluirte en una oración, caer en tus redes; bastó con un vistazo, un par de palabras para que rondaras en mi mente todo el día, amenazando con atacar y saltar de nuevo ante mí. Escucho una puerta crujir tras de mi y el viento juega en mi contra. Su perfume llega a mis sentidos antes de que siquiera pueda voltear, pero es su aroma natural lo que realmente me abruma; es como la madera de pino, el pan recién horneado o el hogar. Un olor que te cautiva y con el que te sientes cómodo. Es mi conexión con mi tierra natal a pesar de que nunca estuvo ahí. Tan lejos de casa estoy que es lo único con lo que me siento realmente conectada, como si regresara a ese lugar que hace tanto no visito. Me volteo y te veo a la distancia gracias a la luz que me ofrece mi sol nocturno. Estás recostado del marco de la puerta que da hacia donde estoy, con los tobillos cruzados y los brazos a los costados, vistiendo un mono azul marino que usas para correr y nada más que eso. Aunque estás en la oscuridad, casi puedo recrear tu abdomen duro como piedra y tu pecho liso como seda. Suspiro y sonrió para ti, sabiendo que no puedes verme porque la luz juega en mi contra.
Comienzas a caminar con las manos en los bolsillos, tu postura corporal no me dice nada fuera de lo común, pero tu expresión solo muestra preocupación. Tus ojos azules están oscurecidos y hacen juego con el cielo de medianoche que está sobre nosotros, tu rubio cabello suelto ondea a voluntad del viento y yo no puedo pensar en lo feliz que me haces, en lo mucho que te preocupas por mi y yo por ti, en como desde el momento que llegaste a mi vida, todo cambió, en como te colaste en mi corazón.
- Esta noche, siento envidia de la luna por tener toda tu atención – tu voz ronronea e inunda mis sentidos. Me hace suspirar, dentro de mi, sé que cada día te quiero más – Ya quisiera yo que me miraras con tanta devoción.
Terminas de acercarte a la piedra en la que me encuentro, apagas la radio y te sientas a mi lado. Como en un principio de nuestra relación, levanto mis manos y con ellas rodeo tu cara, me acerco suave y lentamente hasta apoyar mis labios en los tuyos para darte un casto beso. Te siento sonreír contra mis labios.
- Jamás miraría a la luna como te miro a ti, – me disculpó mirándote a esos ojos azules que me conocen tan bien, los cuales ahora son iluminados por la luna – Es solo que… No pude evitarlo, hay tanta paz – me volteo para encarar al mar y este me compensa con una brisa helada que coloca el cabello largo de James sobre el mío propio y los manda a mi rostro, dejándome ciega por un momento.
- Lo sé. Es una de las cosas que amo de nuestra casa – suavemente desenreda la maraña de pelos y pone su quijada en mi hombro derecho - ¿Pensabas en el día de hoy?
- Si – no le pude mentir, a él no le miento.
- Me encontré a Balthazar mientras almorzabas con Brenda. Está de vuelta en la ciudad.
Al oír su nombre cierro los ojos con pesar, recreo la escena de esta mañana y hasta un poco más. Retrocedo a ese verano que llegué a la Universidad y a esta ciudad. No era más que un capullo con sueños que hacer realidad; dos meses después un chico casi me lleva por delante con su BMW negro mientras iba en mi bicicleta a mi residencia. El extraño se baja y me ayuda a levantarme, a pesar de estar aturdida logro ver su cabello lacio del mismo color del mío, ojos gris platino que muestran inseguridad y preocupación, facciones de cara encantadora y una altura que envidiar “¿Estás bien? Lo siento” lo oigo susurrar, pero mis labios no producen palabra y lo llego a preocupar.
El chico, Balthazar, me visita por semanas usando la excusa de la culpa. Comenzamos a hablar y luego a salir, antes de siquiera el primer beso me lleva con sus amigos, un rubio tímido de ojos claros me mira desde el otro lado de la habitación y captura mi atención. Después de cordialidades me quedo sola y el rubio se acerca a mi, con una sonrisa tímida en los labios y con determinación en su mirada se presenta: James. Debo mirar hacia arriba para encontrarme con sus ojos, en lo que fue un susurro logro responder Sophia. Y eso fue todo lo que necesitó.
- Me lo encontré cuando bajé a buscar los papeles que te comenté – salgo de mi ensoñación y siento a James tensarse a mi espalda – él me saludó y luego no lo vi más.
- ¿Estás bien? – iba con cuidado. Chico listo.
- No lo sé.
- Sophia – pone sus manos en mis hombros, como si fuera a darme un masaje y me habla al oído – Sabes que me puedes decir todo, ¿Verdad?
- Lo sé James, confío en ti.
- Y yo en ti – Baja sus brazos por mi costado y acuna mi vientre, su barbilla regresa a mi hombro y me recuesto contra él. Después de un momento, habla de nuevo – Así que eso era lo que te pasaba hoy, cuando casi lloras.
- Si – pongo mis brazos sobre los de él – no pensé que regresaría nunca. Él dijo que no lo haría.
- ¿Aun le crees?
- No – ni siquiera lo pensé – pero guardaba la esperanza de que cumpliera su palabra.
- No quiero verte sufrir de nuevo – vacila unos segundos y luego confiesa – Hay noches en las que te oigo llorar, días en los que estás ida y no te puedo hacer regresar. A veces no sé si esto es lo que quieres, lo que necesitas.
- Jamie –me siento en su regazo y lo veo desde abajo, delicadamente pongo su cabello detrás de sus orejas y me encuentro con sus ojos de cielo oscuros como nubes de tormenta – Jamás dudes de ello, lo que pasó con Balthazar solo sirvió para ver que era realmente lo que quería. Lo que quiero. Lo que necesito.
En ese momento de silencio mis recuerdos se vuelven un tormento. Regreso a la noche donde conocí a James y entablé una amistad con él. Era un chico tierno, tímido y muy inteligente; todo lo contrario a Balthazar, rebelde, astuto y lo que se define como un chico malo. Él esta feliz de que me lleve bien con uno de sus amigos y yo estoy contenta de tener a alguien como James que me escuche. A los pocos meses de nuestra relación, Balthy – como solía decirle – empieza a cambiar, a buscar otros… Caminos para su felicidad, intento conversar con él, pues de verdad lo quería y solo consigo salir lastimada. Despreciada.
La noche helada en que descubro la verdad, salgo a la intemperie en la oscuridad. No lo soporté más. Te dejo una nota en su refrigerador diciendo:
Los labios que mienten a mi alrededor, son los mismso labios que usas mientras me llamas amor.
Sonrío para mi sabiendo que no entenderá y me marcho sin pensar. No se a donde ir y su traición es la marca de mi pesar. No veo las calles por las que transito y las lágrimas no pueden ayudar. En una esquina encuentro a James y, sin dudar, comienzo en sus brazos a llorar.
- Cariño – Mi nuevo amor me hace regresar, con uno de sus finos dedos me quita una lágrima inocua que cae por mi mejilla. Cierro los ojos y sonrío tiernamente.
- Solo recordaba el día que estuviste para mi, los buenos momentos que siguieron a eso y como, desde entonces, no te has separado de mi lado. No pudiera ser tan feliz sin estar a tu lado, James. Así que por favor, por favor, nunca dudes de ello
Sonríes de esa manera tan sublime e inocente que me hace suspirar, me acercó más a tus labios y en un último rose de labios logro articular:
- No debes preocuparte por Balthazar, es una parte de mi pasado que no va a regresar.
Digo las palabras confiando en que sean la verdad. Has regresado, es cierto. Pero no permitiré que lo dañes todo otra vez. Que me dañes otra vez. Y se que puedo lograrlo…
Sin tengo a James a mi lado.
PD2: La canción es Flor de fuego de Caramelos de Cianuro