Él es uno de esos chicos de sonrisa fácil, de esos que están sonriendo antes de que tú los veas y su sonrisa solo se ensancha más cuando ven la tuya. Porque no puedes evitar sonreír. Nunca.
Él es de esos que les encanta complacerte en cada pequeña cosa que quieras, alguien con quien solo mencionar algo ya está dispuesto a cumplirlo.
Él es de esos que recuerdan lo que dices porque te escuchan, que prestan atención a tus palabras y te sorprenden con cualquier detalle relacionado con ellas.
Él es de esos que te hablan de frente, que es franco y de verdad lo intenta, es creativo, es ingenioso.
Él es todo lo bueno, lo que las chicas soñamos vuelto realidad.
Y aun así no lo quieres...
Hacen algún tiempo ya, en una conversación de amigas, discutíamos sobre los chicos con los que habíamos salido: los buenos y los malos, los que se robaron nuestro corazón para destrozarlo y los que se enamoraron aun cuando nosotras dijimos que no lo hicieran y recuerdo perfectamente que mi amiga dijo "¿Por qué será que uno no puede enamorarse de un príncipe?", término que desde entonces adoré y uso con frecuencia.
Verán, un príncipe es un chico que tiene todo lo que alguna vez deseaste y un poco más [[no se engañen ni quieran engañar a otros, una siempre simpatiza más con "cualidades" específicas]] o con las que uno cree que será más fácil para caer perdidamente enamorada: que hable otro idioma, que toque la guitarra, que pueda eructar el abecedario de atrás hacía adelante o lo que sea que les guste a ustedes; pero este chico no es solo eso, además es un perfecto caballero, se interesa por lo que le dices, ansia por pasar tiempo contigo y [[lo mejor de todo]] es heterosexual.
Cuando te encuentras con un príncipe en esta vida crees que al fin todo tiene sentido, que ya fue suficiente de besar sapos, de pasar vacaciones sola y que ya es tiempo de invitar a alguien a casa
Así que terminas dejando al príncipe. [[
Pero de cierta manera, la sociedad no tiene la culpa de que tú y el príncipe no congenien, es algo que va más allá y que se adentra en el rincón superior izquierdo de nuestro pecho o en el centro del cerebro o en la amígdala o en un bebé volador con pañales que sabe usar arco y flecha. Es de esas cosas que por más que quieras controlar simplemente no van a pasar, puedes encontrar a la mismísima representación de todo lo que alguna vez quisiste, but life knows best.
Y conozco príncipes. He tenido la dicha de salir con unos cuantos príncipes que se han cruzado por mi camino y si algo he aprendido de ellos es lo siguiente [[o al menos así lo veo yo]]: primero que nada, no te límites de salir con uno, es una de las mejores experiencias que puedes tener [[a todas nos gusta que nos traten como princesas de vez en cuando]]; segundo, puedes intentarlo siempre y cuando él sepa lo que está pasando [[que quizás tú no estás tan adentro como lo está él]]; otra cosa que he aprendido sobre los príncipes, es que son felices siendo así, nadie los manda ni lo hacen por obligación ni nada son así [[
En fin, tenía una gran idea de lo que iba a ser este post, pero creo que se diluyó en el camino. O no. [[
PD: Si, es un choque terrible aceptar que no quieres al príncipe y que en su lugar te enamoraste del ladrón sin escrúpulos o el vagabundo de la calle o el duque o de ya-no-sé-quién.
PD2: Conocer príncipes es una de las cosas más lindas y tortuosas de la vida. [[te hacen desear uno solo para que cuando llegue hagas una internalización de todo esto OTRA VEZ]]
PD3: No estoy diciendo que con los príncipes no funciones, sino que quizás ese no es tu príncipe.
PD4: Mencioné mucho la palabra príncipe [[18 veces]]
Pretty charming, ah? |
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