Todas esas horas que pasamos esperando –por un beso, un mensaje, una caricia, un “hola”- todos esos momentos que pasamos soñando despiertas –y dormidas- todo el tiempo que dedicamos a ver que nos vamos a poner, como nos vamos a maquillar, las conversaciones simuladas que pasan en nuestras cabezas y que nunca llegan a pasar en la realidad, las situaciones planeadas que nunca resultan de acuerdo al plan; la ansiedad, los nervios. Esa cosa extraña que invade nuestros estómagos cuando sabemos que se acerca. Las sonrisas que emula un recuerdo, las lágrimas que invoca una decepción, la rabia que provoca una traición. Todas esas cosas que son tan familiares para nosotras las chicas, todo eso que planeamos para que todo salga “perfecto”, todo eso que los chicos no ven.
¿Será que realmente no lo ven?
Los comportamientos nerviosos, los acercamientos ansiosos, las risas tontas, el batir de las pestañas, pero sobre todo eso que va más allá del coqueteo, eso que dice “no, mi cabello no es perfectamente desordenado siempre, sino que pasé tres horas intentando que un peinado funcionará y esto terminó resultando de maravilla”, eso que dice “me río de tus chistes aunque no son graciosos, porque me gustas”, esas notas que se le van en la guitarra o esos balones que pierde haciendo dominadas, todo eso que ignoramos y nos enfocamos en lo que importa: en la figura completa. Para ello es que nos preparamos, con eso es con lo que soñamos: con que vean más allá, con que noten lo que hacemos por ellos. A una chica no le importa que le digan lo linda que está por su ego, es por el hecho de que notaron que se hizo algo diferente, y, que de una u otra manera, le importa tanto como él a ella.
¿Será que realmente no lo ven?
Ignorar toda la ropa que quedó en la cama, los tres brillos de labios que están en la cartera, las manos nerviosas que se juntan en la espalda, ese momento frente al espejo justo antes de que llegue, verificando que todo esté tan perfecto como puede estar; y justo en ese momento en que lo ves, te preguntas si ellos pasan por lo mismo; sonríes, él supone que lo haces para él, pero tú sabes bien que es porque no crees que sea así, que mientras tu pasaste toda la tarde – quizás toda la semana – pensando sobre su dulce encuentro, él probablemente lo haya recordado hace un par de horas, se haya dado un baño y ahora esté aquí, como solo los chicos saben estar, ignorando todo eso que los chicos no ven.
Pero hay chicos que ven… Realmente ven.
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