Era un día lluvioso de abril, el día no había resultado para nada como ella lo había planeado esa mañana al ver las nubes grises entrar por su ventana "Hoy es uno de esos días que recordaré" se le escuchó decir, luego se marchó.
Fue a ese lugar donde finge aprender cosas nuevas, donde malgasta su tiempo solo por hacer algo y complacer a todos mientras decide que es lo que realmente va a hacer, sufrió entre clase y clase y no se dio cuenta de que nadie en los pasillos se detenía a mirarla. Nunca la miran. Ella es solo el recuerdo de algo efímero que asocias al contexto y a quienes andan con ella, pero nunca logras recordarla a ella. Habló con un par de personas, saludó a muchas más, y con una sonrisa fingida que hasta ella ha logrado creerse, se dio cuenta de que no pertenecía a ese lugar. Se dio cuenta de que todo es una red de causalidades y casualidades que la han llevado a donde está, de que si un día no va, nadie preguntará. Se fue sola, como muchas otras veces, sin que nadie preguntara que haría el resto del día o a donde iría. Caminó por las calles deseando que lloviera, que esas nubes terminaran de estallar y dejaran ir la promesa que capturaban, solo consiguió una llovizna del malvado clima.
Se situó en el medio del boulevard y caminó con los brazos abiertos sintiendo el suave rocío besar su piel, ignoró a aquellos que la miraban extraño y disfrutó del dulce placer que le regalaba el cielo. Llegó empapada, pero no le importaba.
Le escribió a su mejor amiga, quería saber de ella y añoraba contarle los últimos sucesos de su vida, que aunque no eran importantes, los quería compartir con alguien, le escribió a un chico, ese que decía quererla y que de cierta forma la volvía loca; luego entró a clases de nuevo. Esos dos bloques interminables con aquel profesor que la aborrece y la manda al final. Nadie se fijó en que derramaba una lágrima inocua mientras veía la clase desde su típico puesto de la esquina. Usualmente las personas creen que es graciosa, pero no se dan cuenta que es su mecanismo de defensa para creer que todo está bien, más para mentirse a si misma que para hacer reír a los demás.
Salió de allí sin compañía, también, revisó su teléfono y comprobó que su amiga no había contestado, que el chico que adoraba no la había recordado y que en ese momento solo necesitaba a alguien. Tomó un bus para su casa, sin embargo se bajó antes, comenzó a llover de verdad y prefería caminar, iba pensando mientras las gotas heladas recorrían su piel:
"No es divertido como pasan las cosas. Es curioso como yo, siempre rodeada de gente, brindando favores y sonriendo siempre, no tenga a nadie que me escuche de verdad, a alguien que muestre el más mínimo interés por lo que hago, alguien que vaya más allá de lo que digo y vea los miles de sentimientos callados por una sonrisa que los niños no se creen y los adultos prefieren. Curioso como terminé teniendo pensamientos suicidas en una tarde gris que bien pudiese llevar la idea a cabo, pues nadie supo siquiera donde he estado"
En ese momento llegué yo, le grité desde lo lejos - sabía que podía oírme - y esperé a que se volteara para reconocerme; lo hizo lentamente, como si me hubiese visto después de muchos años, me brindó una pequeña sonrisa, una de verdad, una que la caracterizaba a ella y solo a ella; entonces supe que había llegado a tiempo, que por esta vez, pude hacer algo útil en su vida.
Caminé junto a ella, bajo la lluvia densa que caía, estábamos a 15 minutos de su casa, pero fuimos tan lento que llegamos en 30; a pesar de sus quejas, no dijo mucho cuando me tuvo al lado, de cierta forma sabía que la había escuchado durante todo el día, que la había visto llorar y callar, y aun así; no dijo nada. Pero ¿Que puedes decir cuando el alma te sangra y el corazón que pensaste llenar con personas maravillosas se encuentra vacío? ¿Que decir en esos días que sientes eres invisible e irrelevante para todos los que te rodean? ¿Que decir cuando tu vida parece una comedia que ni siquiera está protagonizada por ti?
Un poco de compañía, había pedido; se la había dado. Fue cuando la dejé que me di cuenta de lo que había echo, yo fui quien estuvo allí cuando ella más necesitó a alguien. Yo fui quien secó sus lágrimas y oyó sus gritos mudos. Yo fui quien le dio el abrazo que tanto necesitaba, la fuerza que añoraba y el valor de continuar. Fui yo, y no tu, quien siempre ha estado con ella. Por lo que si en un futuro pretendes venir, recuerda esto, recuerda estás palabras que son las pruebas de que la dejaste a la deriva, de que no respondiste a sus llamados, de que no mereces todos los privilegios que ella te ha dado. Recuerda esto que escribo, pues es el único manifiesto que ella hará, porque no te quiere herir con la verdad.
Recuerda, que yo siempre estaré con ella, porque aunque no quiera, soy su conciencia.
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