Puede ser ese momento en la cama, con nada de espacio entre los dos, con tu mano mano laxa sobre mi vientre. Tomo una respiración y de repente sé que justo ha dejado de llover, el aire está fresco y ligero y tú te acurrucas más. Entrelazo nuestros dedos. Dibujas sobre la palma de mi mano. Dejo que tu cabello me haga cosquillas en la cara cuando por fin despiertas y te acercas para darme un beso en la mejilla mientras sonrío.
O cuando me pierdo en la cama en el medio de la noche, solo para luego girar durante un sueño y encontrarte allí, que mi brazo se deslice por tu pecho y mi mano asegure los latidos de tu corazón; entonces aunque no esté plenamente en este mundo, sonrió, porque todo va bien.
Aunque también soy fanática de perseguir el reloj la primera vez que suena algunas mañanas, sobre todo si sé que no tienes que levantarte temprano. Entonces me escabullo de mi lado de la cama, soy lo más delicada que puedo con tu brazo o tu pierna, te doy un beso de mariposa en la frente y salgo de la cálida burbuja de felicidad. Esa parte no me gusta. Pero luego simplemente estás allí, desplomado y revuelto entre las sábanas, con respiración pesada y cara completamente plácida. Y sonrío todo el camino al baño porque sé que te dejo en un mundo de paz del que yo formo parte. Y es que aunque tenga de dejarte al despertar, siempre regreso a ti.
¿Sabes cuántas veces me has asustado por despertar repentinamente? Incluso después de leer aquella noticia de que eso pasa porque tus signos vitales están muy bajos y tu cerebro envía una señal a todo tu cuerpo para que se active, no me parece algo divertido. Lo lindo es que cuando pasa te volteas y me sostienes más cerca y más fuerte entre tus brazos y ¿Cómo no ser feliz allí?
O cuando me despiertas porque quiero ignorar el despertador y te gruño y me volteo y persistes para que me levante. Incluso cuando me dejas cinco minutos más y ya tú estás listo y con el desayuno hecho. Porque toda mi vida había pensado que los comienzos del día eran tediosos.
Ahora siempre es diferente.
Y acerca de eso son mis mañanas.
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