31 jul 2015

Hay que estar.

Hace algún tiempo deseaba que algo malo me sucediera. Algo como que me rompiera una pierna y me pusieran un yeso o me hospitalizaran. No me malinterpreten, no soy sádica ni nada de eso, solo lo quería en cierto nivel para ver cuanta gente venia a verme o a firmar el yeso. Es tonto, y súper extraño, lo sé, pero estamos hablando de uno de los pensamientos más ocultos y excéntricos de una ya oculta y excéntrica chica de catorce años (aproximadamente)

Mucho tiempo después (o quizás poco, la relatividad del tiempo siempre me es fascinante) me encontré con que la idea seguía siendo tonta y extraña, pero también con lo muy equivocada que estaba. Y la vida lo probo así. Realmente, hasta el sol de hoy y gracias a todos los dioses del cielo, nada lo suficientemente malo me ha ocurrido e igual siempre he podido visibilizar a las personas a mi alrededor. Como digna hija de un par de ingenieros siempre me ha gustado el lado cuantitativo de las cosas y, como pueden ver, saber quiénes pueden estar no es la excepción.

Sin embargo, y agradezco mil veces por esto, la vida me ha mostrado que no es necesario, que nada de eso lo es, que quién pensaste siempre estaría ya no está y de quién esperabas se fuera a la mañana siguiente de alguna manera consiguió amanecer todos los días junto a ti. Me parece uno de los aprendizajes más valiosos que he obtenido, nadie es imprescindible, pero nadie sobra tampoco, cuando están por algo es.

Siempre he estado agradecida con las personas que me rodean e intento demostrárselos estando allí para ellos, ser esa persona con la que siempre pueden contar y alguien que siempre tiene una respuesta. Hasta hace poco pensaba que era un camino unidireccional, sin darme cuenta que cada vez que he estirado la mano en busca de ayuda (incluso cuando no lo he hecho y me he quedado en el suelo haciendo una rabieta) siempre ha llegado alguien a levantarme. Así que un día cualquiera como hoy, mientras bailaba desnuda recién salida del baño e intentaba peinarme el cabello sin dejar de hacer lo primero, me miré al espejo y sonreí pensando en lo bueno que es ser afortunado.

Y construir tu fortuna.

Y estar para las personas.

Y que no es necesario que nada malo te pase para que te des cuenta de eso.


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