Me cuesta creer que ya ha pasado tanto tiempo desde mi
primer paso en Luxemburgo, desde que era esa pequeña con miedos, preocupaciones
y que no entendía mucho de francés…
Hoy sigo siendo pequeña y al menos ya puedo pronunciar
yogurt sin que nadie me corrija, pero
me impresiona el paso del tiempo [al final, siempre lo hace]
En estas mismas fechas les hacia promesas de un post
semanal contándoles como me iría en mis aventuras, detalles de mis viajes, mis
pensamientos y sentimientos, pero una vez más no he cumplido. Y me disculpo
tanto con ustedes como conmigo [yo quería registrar todo esto para recordarlo
mucho después, cuando blogspot sea un adefesio del que solo los viejos tengamos
memoria] pero como no se debe llorar sobre leche derramada…
Les cuento que mi experiencia migratoria ha sido
fantástica y mi año de au pair
inolvidable, que no solo algo que quería desde hacía muchísimo, sino que ha
sido una de las mejores decisiones de mi vida.
Me encanta lo que he conocido de Europa, me he
enamorado de Luxemburgo: un país pequeño [mi hermana diría que un pueblo grande]
pero que ha sido lo que yo necesitaba [tanto me ha gustado, que me quedo, pero
ya les cuento…] se sorprenderían con la cantidad de idiomas que se escuchan en
la calle, con la con la aceptación y convivencia de tantos inmigrantes y
nativos [con sus excepciones, claro] con la amabilidad que he encontrado con
las personas que he tratado y con el nivel de calidad de vida que se vive…
Pero no todo es bueno: Luxemburgo es carísimo [claro,
si tiene uno de los salarios más altos de Europa, no puedo pretender que sea
barato también], un montón de gente se queja del clima y me han dicho que he
vivido un año anormal pues ha sido fenomenal, pero al parecer a las personas no
les gusta un clima chill de 15-25
grados centígrados, llueve un montón y el invierno es frío, los domingos y
feriados la red de buses es catastrófica y no tengo buses nocturnos para mi
casa, lo cual es bastante molesto cuando quiero bailar hasta el amanecer y no
voy con personas que tengan carro.
Mi familia de acogida ha sido fabulosa de principio a
fin, me han llevado de vacaciones con ellos, me han recomendado a sus amigos
para hacer trabajos extra, han hecho todo lo posible para ayudarme cuando lo he
necesitado y me han hecho sentir parte de su familia [estoy hablando de que he
salido con los bisabuelos, abuelos, tíos… con las niñas, claro, pero igual] han
sido súper comprensivos con mi francés al principio y luego me han ayudado
mucho con vocabulario, pronunciación, conjugación de verbos… Mi gran progreso
en francés se debe mucho a ellos.
Mis niñas son unas pequeñas de lo más
adorables, que se me lanzan encima cuando las voy a buscar, me dicen rrrarrra (la pequeña que no podía
pronunciar María al comienzo y que, si bien ahora puede hacerlo, me sigue
llamando así) y María adorada de mi
corazón a la que amo con locura (la grande, que al principio no me quería y
ahora cada vez que me dice así me derrito) y con quienes disfruto leyendo
historias o jugando. Claro que las he querido matar un par de veces, pero los
niños son niños en todos lados y hacen travesuras, se despiertan por las noches
e intentan golpearte o morderte si no les pones carácter.
En este año que pasó conocí un montón de ciudades (Metz,
Nancy, París, Vonnas, La Palmyre, Royan, Les trois domaines, Pessey y Evian en
Francia; Barcelona, Cadaqués, Vigo, Ibiza y Formentera en España; Bruselas, Charleroi,
Knokke y Brujas en Bélgica; Trier y Saarbruken en Alemania; y un par de pequeñas
ciudades en Suiza de las cuales no recuerdo el nombre) y personas (se
sorprenderían la cantidad de au pairs que hay en el grupo de Whatsapp, las
otras niñeras que conocí y las personas que me dejó mi curso de francés), cumplí
un par de sueños (vivir en Europa, lanzarme de paracaídas, esquiar, lanzarme en
trineo por una montaña, recorrer Brujas en un carruaje, pasar navidades junto a
mi familia, cocinar todo lo que me placía, hacer picnics, disfrutar del cambio
de las estaciones) y viví experiencias fantásticas que me acompañarán siempre
(como recorrer las calles de París a medianoche en víspera de navidad, nadar
desnuda en una piscina bajo una luna naranja y millones de estrellas, tomar
aviones cada vez que podía [o trenes, o buses]…
Y todas las otras miles de cosas que han hecho que mi
primer año fuera de mi país haya sido fantástico [[tanto así que me quedo en
Luxemburgo, comenzaré un Máster en evaluación psicológica y trabajaré de niñera
para dos familias]]