21 jul 2016

Trenes

Hace un tiempo, en la graduación de bachiller de mi hermana, una de las chicas que daba los discursos dijo la cosas más curiosas sobre los trenes, ella lo relacionó con los problemas de sus clases de física y como todo esto (graduarse) sería una nueva aventura. Dijo algo como (o disculpenme si no fue así)

"(...) Es como uno de esos problemas de física que tanto nos costaba resolver, dónde el profesor nos preguntaba en qué momento exacto esos trenes chocarán, pero nosotros solo podíamos pensar en la estación de dónde había salido el tren, con quién iríamos, a dónde nos llevaría..."

Me hizo recordar mi propia graduación, cuatro años atrás, en el mismo lugar donde estaban todos ellos ese día. La verdad no escuché mucho más de lo que dijo, estaba suficientemente inmersa en revivir aquel recuerdo. Estaban muchos profesores que me dieron clase y me vieron crecer, estaban mis padres celebrando un logro e incluso habían algunos de mis compañeros con los que me gradué, pues sus hermanos también estudiaban con la mía. Eso también me hizo recordar las miles de cosas que nos dijimos ese día, como nos reuniriamos luego y celebrariamos los logros, como era un simple hasta luego, como siempre estaríamos allí para lo que necesitara el otro y todas esas cosas que te aseguras de decirle a tus amigos cuando sabes que una de las mayores encrucijadas de la vida viene hacia ti como un tren sin frenos. Por supuesto que les creí ¿Cómo no iba a hacerlo? Soy una aferrada, me aferro muchísimo a las cosas y había sido tan feliz en la secundaria y primaria que no quería perderlo por nada del mundo, así que creí e hice promesas que sólo yo me esmeraba por cumplir, intentando mantener lazos de seda que se escurrian por mis dedos cada vez más. 

Es curioso, me tomó cuatro años y algo más dejar ir todo el resentimiento que sentí una vez que comprendí que las cosas habían cambiado y que yo era la única mirando hacia atrás, la única que mantenía promesas a recuerdos, no personas; a pesar de tener un futuro brillante esperándome y dándome la bienvenida. Siempre he pensado (y creo que siempre lo haré) que si prometes algo es para cumplirlo, no cosas que se tomen a la ligera en un momento feliz; así que estaba furiosa con aquellas personas que durante tanto tiempo compartieron conmigo y me conocieron de verdad por no mantener lo que habían dicho. Pero el discurso de los trenes hizo que por fin entendiera que ellos realmente no rompieron nada, que a veces en el momento eso es verdaderamente lo que quieres y en lo que crees, que en ese espacio de tiempo tienes la absoluta certeza de que podrás cumplir con tus promesas porque ¿Qué podría cambiar? 

Lo que pasa es que en esos momentos jamás contemplamos que nosotros cambiaremos. Y que las circunstancias también lo harán. Que los momentos son meramente efímeros y que no puedes mantener nada como fue alguna vez, porque una de las leyes de la física es que todo se transforma. 

Así que hoy estoy bien con eso, con encontrar metáforas para la vida en un medio de transporte. Por comprender que hay trenes que tienes que dejar ir, aunque así no lo quieras; trenes que tienes que tomar aunque sabes que si pudieras no lo harías; porque a veces estaremos esperando en un anden con un ticket hacia algún lugar que te hará conocer nuevos compañeros de viaje, que te hará despedirte de aquellos que dejaste en la estación o en otro tren; porque a veces simplemente parece que tu tren no llega y tienes siglos esperando en una estación; y perderás lo que te parecerá el tren al destino que cambiará tu vida, solo para luego darte cuenta que seguir esperando en la estación era lo que necesitabas en ese momento. Hay trenes que compartes con muchísimas personas, son viajes inolvidables y cuando llegan al destino no quieres decir adiós (aun cuando tienes un par de compañeros que no veían este día llegar), pero hay tanta gente esperándote allí y con boletos para otro tren que simplemente no puedes decir que no. Hay trenes que te obligan a tomar, que no sabes a dónde van o cuando llegarán. Hay tantos trenes como estaciones que visitar.

Me gustan los trenes, puedes conseguir llegar a tantos lugares, tienen una facilidad que no ves en los aviones, una calma que no tienen los autobuses e infinitas estaciones para ser lo que quieras. Son buenos para tomar solos o acompañados, para viajes largos o cortos. Son apropiados. Son prácticos. 

Es casi una casualidad que se parezcan tanto a la vida. 


Estación de trenes St. Pancras - Londres, Inglaterra